viernes, 28 de agosto de 2015

Segundo Encuentro de Clubes de Comunicación Estudiantil: Cuenca.


Fue en 2005, en el Colegio Nacional Ciudad de Cuenca.





 
 
 
 

César Pinos Espinoza
Director del Proyecto.

Las erupciones del volcán Cotopaxi


   De acuerdo a los registros históricos el volcán Cotopaxi ha tenido ocho erupciones. Las dos primeras de que se tiene noticia por boca de los conquistadores españoles fueron el 15 de noviembre de 1532 y la otra al año siguiente, en 1533. “Espantosos y continuados bramidos, pirámides de humo denso que se elevaban sobre las nubes, lenguas de fuego y peñascos encendidos”, describe el P. Juan de Velasco en su Historia del Reino de Quito.

 
La tercera erupción fue el 6 de julio de 1742, con “avenida de aguas que robaron muchas haciendas, ganados, molinos y algunas casas del Barrio Caliente de Latacunga. Las cenizas, arena y menuda piedra ocuparon muchos centenares de leguas”
 
 
   La cuarta fue en abril de 1743. “Dejóse ver todo interiormente encendido, no de otra suerte que un farol transpirando por millares de grietas y aberturas, el océano de sus interiores llamas”.
 
 
    La quinta mucho mayor que todas las precedentes fue a las 7 y media de la noche del 30 de noviembre de 1744. “La portentosa e increíble inundación de agua que arrojó continuamente toda la noche creyeron a los principios que fuese de toda la nieve deshecha con haberse caldeado el monte, porque se dejó ver al otro día todo el monte limpio de ella”.
La sexta el 10 de febrero de 1746. “La inundación que corrió por la parte de Latacunga causando los mismos estragos que la vez pasada, no sólo subió como entonces hasta la plaza mayor, sino que se robó todo el Barrio Caliente”.
    La séptima, igual o mayor que las pasadas, fue el 10 de febrero por la tarde en 1766. “Causó la inundación menos estragos, porque no halló ya sino ruinas en el lugar y desiertos en sus antiguas campiñas y heredades”.
La octava y última erupción de que hay noticia fue el 4 de abril de 1768. Fue la más horrenda de todas. Llegaron las cenizas hasta Popayán, Colombia y hasta el mar cerca de Guayaquil. El terremoto se sitió muy fuerte en Quito y la oscuridad obligó a encender las luces de las casas y calles a las 9 de la mañana. “Salieron los soldados con faroles para guardar la ciudad, que la iban desamparando y apenas podían andar y sorprendidos aún los caballos no querían dar paso. Los bramidos sin interrupción y las centellas que arrojaba el volcán, se vieron desde la distancia”.
Fuente: Historia del Reino de Quito. P. Juan de Velasco.
César Pinos Espinoza
Periodista
 
 
 

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César Pinos Espinoza